Cuatro días, de martes a viernes, fueron por norma general los días de competición. Algunos acababan el miércoles, otros el jueves… Qué suerte tuvieron. Yo en particular estuve delante de las pantallas hasta el viernes al mediodía.
Mi tarea era diseñar una página web que sirviera de plataforma para una red social de españoles en todo el mundo, subiendo fotos, videos, publicando en foros y, lo más estresante, en sólo 22 horas. En un ambiente como aquel, ganaba el que leyese bien las bases de la competición, el que hiciera rápido las cosas y el que tuviera una capacidad de concentración inquebrantable, pues todas las especialidades se desarrollaban en el mismo recinto: si no se oía una sierra eléctrica, se oía un secador de pelo, los aplausos de quienes habían acabado la competición o la voz de algún experto en la especialidad diciendo “quedan cinco minutos”.
Claro que hubo momentos para olvidarse un poco de todo: en las comidas con los demás competidores, las salidas con el equipo gallego, los momentos de estudio y preparación para el día siguiente (ah, no, eso no…), etc.
No quiero olvidarme de mencionar que durante las tardes libres pude relajarme un poco perdiéndome por Madrid (sí, así me relajo yo) y encontrarme con una amiga y compañera en Zona Keidell y en ZK 2.0, Marisa —o Litz, que es su pseudónimo—. ¡Si no me perdí tanto fue gracias a ella!